Norberto D’Amico
29/5/1962 ⭐️
“No puedo explicar cómo ni porqué, pero cuando me conecté con el libro de los Hechos empecé a comprender. Sentí cosas muy particulares, lo que se llama ‘convertirse’ en lenguaje cristiano. Es algo que a veces viene iniciado y otras se inicia, pero creo que es un proceso que no tiene fin, que está involucrado en cada una de las cuestiones de la vida”.
Es une de les pioneres, junto con su entonces pareja y hoy esposo, Roberto González, de la Iglesia de la Comunidad Metropolitana (ICM) en Buenos Aires. Desde ese espacio, hicieron historia, esencialmente al recibir a tantas personas lgbt+ que se sentían excluidas, o habían sido expulsadas de sus espacios religiosos, por ser lgbt+. A mediados de los 80, la ICM fue el primer templo cristiano en abrir sus puertas a gays y a lesbianas -primero-, a las personas trans -después.
Estudiaba Filosofía en la UBA cuando se conocieron. A los pocos días, estaban viviendo juntos y empezó a colaborar con la ICM, como enlace con los medios de comunicación, para instalar el tema de la diversidad sexual y de lo religioso y espiritual.
Trabajó en la organización de la I Marcha del Orgullo de 1992, reconocimiento que recibió de la Legislatura porteña, junto con les otres impulsores, en 2016, además de participar en eventos y en actividades que impulsó la comunidad lgbt+ durante los 90.
Con la ICM a pleno, estuvieron dos años viviendo en EE.UU. para fortalecer su formación. La militancia nunca paró; en 2003 contrajo la unión civil [fue la segunda pareja en Argentina], y en 2016, finalmente se casó con Roberto. Es pastor y sigue activando desde lo espiritual y religioso por la inclusión y por la igualdad de derechos.
“Es una crueldad exigirle a algunas personas, encima de lo que tienen que sobrellevar en sus vidas, un compromiso social y político. Como iglesia no se puede anular a quienes no pueden sobrellevar más que sus vidas. Si se acercan a la iglesia porque eligen algo que acompañe, dé paz y refugie, eso también es válido”.
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